El otro día hablando con una
amiga, de esas que duran años, comentábamos como ineludiblemente el paso del
tiempo ejerce su docencia de manera silenciosa. No da lecciones en aulas magnas, ni pontifica
enseñanzas desde pulpitos… pero enseña. Y repasando lo aprendido nos dimos
cuenta de que nos ha enseñado lo mismo a las dos y claro, la pregunta era
obvia. ¿El paso del tiempo enseña lo mismo a todos o hace distinciones entre
sus alumnos? Para pensar…
Soy de la creencia de que la
lección es la misma para todos pero no todos tienen la capacidad de aprender lo
mismo. Por ejemplo. El tiempo te enseña a no confiar desde el primer momento en
cualquiera y, sin embargo, cualquiera le vale a algunas personas sin sopesar las
consecuencias. Otro ejemplo. Muchos seres humanos dan todo en sus relaciones
cuando la prudencia, y el tiempo, te recomiendan una mínima reserva de futuro. Un
ejemplo más. El tiempo te muestra la diferencia entre amigos, colegas y
conocidos – como te muestra la diferencia entre un buen polvo y una relación- y
recalcitrantemente convertimos a los conocidos en colegas y, a estos, en amigos
travistiendo la amistad en un simple pasatiempo.
Así que el tiempo enseña pero no garantiza el aprendizaje. Y el tiempo enseña a todos por igual. Otra cosa es
que seas capaz, o quieras, aprender sus enseñanzas.
Y una de las cosas que te enseña es
a disfrutar de deliciosas veladas con la gente a la que quieres y te quiere de
verdad. Esas risas compartidas, vino en ristre, mezclando confesiones y
complicidades. Repasando otros tiempos de errores y aciertos, sabiendo que sí,
que echando la vista atrás hay cosas que no harías, de las que te arrepientes y
que las enseñanzas recibidas por vivir aquellos momentos eran prescindibles.
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¿De qué te arrepientes?, me preguntó.
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De lo que se arrepiente casi todo el mundo
aunque no lo diga: de compartir momentos de tu vida y energías con personas
equivocadas.
Pero el arrepentimiento no otorga
la oportunidad de rectificar y volver a elegir lo correcto, así que lo único
que te queda es no repetir las mismas situaciones ni las mismas
personas. Lo que viene siendo un acto de contrición de andar por casa.
Y llegados a este punto, después
de una magnífica botella de vino del Priorat, comparto el
consejo que me dio mi amiga: si alguien te quiere, te lo demuestra y no solo te
busca cuando te necesita o no tiene nada mejor que hacer. Más de una/o se va a
sorprender cuando no haya respuesta para una cerveza…