miércoles, 23 de octubre de 2013

Y sin embargo..., la dirección


El pasado 18 de octubre acudí a un nuevo estreno de la compañía Réplika Teatro. Esta vez con una obra de esas de calado que te dejan el alma en suspenso y la cabeza en proceso de pensamiento. Iba a escribir que ligera. Pero no. Todo un texto lleno de matices, requiebros y ajustes emocionales de uno de los clásicos del teatro internacional: Chejov. “La gaviota” era la obra en cuestión y la apuesta arriesgada de una compañía que arriesga, que gana con la apuesta y que el día que ponga en marcha una comedia, me la como a besos.

Pero a lo que iba. La obra, en cuatro actos, te da un revolcón de buen hacer escénico así de primeras. Fantástico el ritmo inicial y los actores. Desde el principio se vio que el trabajo actoral iba a estar a la altura del texto pese a que al ser estreno, y esto lo saben bien quien interpreta, el trabajo está aún tierno sin llegar al punto. Así dicho parece que hablo de un churrasco, pero no.

Reconozco que trabajar estos personajes es complicado. Chejov tiene esa puñetera retorcida manía  de escribir personajes poliédricos de mil aristas que no hace más que abocar a los comediantes a un pozo de inseguridades. Por ejemplo. Nina. Así de primeras es una chica inocente, llena de sueños que se enamora de un madurito de éxito que la abandona una vez satisfechas sus necesidades carnales e intelectuales -  esa pobre excusa de meterse en la mente adolescente para conocerla en profundidad y poder escribir al respecto cuando lo que quiere es beneficiarse a una criaturita con ganas de fama y teatro-. Pero no. Nina tiene la fachada blanca y los entresijos grises tirando a amarillo verdoso. Juega con los sueños mientras maquina como alcanzarlos con todas las armas disponibles. Es Heidi y Lolita a la vez. Niña y mujer. Virgen y zorra. Básica y complicada. Intelectual, cazurra, soñadora y realista al mismo tiempo. Un personaje complicado que Beatriz Grimaldo ha conseguido construir dando simultáneamente todas estas pinceladas. Sin duda, es de lo mejorcito de la obra cuando termine de ajustar dos detalles de precisión.

Kostantin o Kostia, a elegir si la relación entre personajes lleva implícitos más o menos situaciones emocionales, es un personaje igual de complicado que Nina. A caballo entre el amor maternal y el odio generacional, Kostia se mueve entre la necesidad de reconocimiento de su madre y la independencia de la figura materna. Oscuro la mayoría de las veces, es solo en el primer acto donde su amor por Nina, por el teatro y la necesidad de demostrar su talento, desprende una luz que poco a poco se va convirtiendo en una bruma gris y espesa donde Raúl Chacón saca lo mejor de su trabajo. Solo un pero. La voz. Me hubiera gustado ver su frustración, su odio, su desesperación sin necesidad de apoyarse en una modulación vocal que le aleja, en algunas ocasiones, de la esencia del personaje. Otro ajuste necesario pero que, pese a todo, Raúl y Beatriz logran hacer una composición magistral que en el último acto eclosiona como tal fuerza que revuelca al espectador en una verbena de emociones.

Irina. Actriz de fama y tacañona hasta decir basta. Con ese glamour que las divas llevan puesto hasta en la cama, se debate entre sus propias inseguridades y sus obligaciones como mujer y madre. Enamorada hasta límites vergonzantes, no duda en arrastrar su ego para no dejar escapar al hombre que será el último tren de su estación. Socorro Anadón me ha pegado algún susto con la voz pero su presencia en muchas partes de la obra transmite, sin necesidad de palabras, todos los matices de un personaje que termina por provocarte las ganas de bajar al escenario y darle 5€ para que le compre un abrigo al niño.

De lo que más me ha sorprendido ha sido el trabajo Manuel Tiedra. Me lo esperaba más plano y ha logrado convencerme de que ese tío achacoso, medio moribundo, prácticamente frustrado, del todo rijoso y con un amor desmesurado por su familia, existe. Convincente. De Rebeca Vecino siempre espero lo mejor y siempre me lo encuentro. Sobria, ajustada al carácter del personaje. Sin un gesto de más ni un movimiento de menos. Ceñida al traje de Masha como un tatuaje. Tan convincente que verla casada con un calzonazos con ínfulas de hombre –Daniel Ghersi saca petróleo de su texto- te deja con ganas de sacudirla y no volverle a enviarle un WhasApp nunca jamás en la vida.

Y ahora toca la dirección que siempre se nos queda en el tintero cuando hablamos de un estreno. La dirección, esa cosa que nadie entiende, que nadie nota y de la que muy pocas personas hablan. La dirección. Pues bien, la dirección es de Jaroslaw Bielski y la adaptación de la obra también. De primeras te da un caramelo al que se le va el sabor en los dos siguientes actos para terminar con dulzor de paladar persistente y ganas de más. Sí. Ritmo y tensión al principio. Perfecta puesta en escena al servicio de una declaración de intenciones que se desvanece en otros dos actos en los que a veces cuesta mantener la atención. Sin embargo, en el último acto se reconcilia con Chejov y con el público y nos ofrece una lección “magister” de como dirigir teatro.

De lo que más me ha gustado de su trabajo es que consigue una coreografía perfecta de los personajes, como en una orquesta donde son el conjunto de los instrumentos, y no el instrumento individual, lo que dan sentido a la obra. Es capaz de, en esa común sinfonía, hacer que destaque cada uno de los actores sin por ello perder la relevancia del resto del elenco. Y esto es difícil, eh! Como difícil es trasladar al espectador la progresiva angustia que se va desprendiendo del texto según va pasando el tiempo. La transformación de los personajes, lo angosto de su universo, lleno de miedos y frustraciones, la oscuridad de un espacio donde se combate a muerte y donde la vida tiene poco valor. Y lo consigue abriendo el interior de la casa con los movimientos de una estructura que termina por anular un espacio, el jardín, donde la vida y las ilusiones iba y venían con fluidez. ¡Bravo!

 Esta vez no se me ha escapado la dirección como no se debe escapar la oportunidad de disfruta de tanto talento. Y una petición: ¿qué tal para la próxima un comedia ligera así para que nos despejemos de tanta realidad? Gracias

Información de la obra. Réplika Teatro