lunes, 18 de mayo de 2009

Un buen titular, un mal artículo



A veces pasa…, coges el periódico, lees el titular, te llama la atención, continúas leyendo la entradilla, parece que el artículo promete y cuando decides leerlo completo, ¡zas!, se te pone la mirada llena de dudas, de decepción. No era lo prometido, lo escrito nada tenía que ver con el lenguaje elegante y seductor del titular. Un fiasco, un engaño… A veces pasan estas cosas, lo del titular digo. Y eso mismo, a veces, también ocurre con las personas.

El otro día, haciendo un “hacer” de limpieza en el despacho, me encontré uno de mis libros favoritos: “La comunicación no verbal” de Mark L. Knapp. Junto a él otro, de Flora Davis, con el mismo título; un poco más allá el de Roger Ailes, “Tu eres el mensaje” y, para rematar, el de Lilliam Glass, “Se lo que estás pensando”… Bueno, vale, me mola la comunicación no verbal. Los tengo todos subrayados, anotados al margen, analizados y estudiados. Sí, que se le va a hacer, me gusta leer a las personas…, pero no a todas.

Igual la comparanza no es buena pero a mí me ocurre con los artículos igual que con la gente. Me llama la atención un buen titular, eso me engancha a leer la entradilla y, si ésta me pone, sigo con el artículo. Con las personas me pasa exactamente lo mismo. Me llama la primera lectura, esa que haces a volapié, con más prisas que detalles, la que te lanza el titular de quien estás leyendo. Lejos de las apariencias, esta primera lectura se queda en la mirada, la sonrisa y poco más. Lo suficiente para querer leer algo más, algo que te adelante el tipo de persona. La verdad es que tiene mucho que ver con la energía. Cuando alguien no te da “buena vibración”, lo que Lilliam Glass llama “el primer instinto”, dejas de leer. No merece la pena porque, esto suele ser así, la primera impresión es la que vale, es primitivo, es la herencia del hombre de las cavernas que, no teniendo lenguaje articulado, salvaba su vida y la de su gente a través de la comunicación no verbal. Cuando se enciende el pilotito de “peligro”, mejor ni intentar seguir leyendo.

Vale, dejemos la herencia comunicadora para otro momento. Decía, creo que era eso, que un buen titular te seduce hasta el punto de querer seguir leyendo. Llegas a la entradilla y, en la entradilla, dejas que la persona “entre”, se asome un poco a tu vida. El titular le otorgó el beneficio de la duda. Esa mirada franca y clara, esa sonrisa sincera, esa energía que te hace sentir cómoda…, en fin, un buen titular de alguien que, sin más, merece la pena seguir leyendo y, ¡quien sabe!, igual formar parte de una parte de tu vida. La segunda lectura es más profunda. Andas fijándote en los gestos, en como habla, en el tono que utiliza, su manera de comportarse…, vas fijando detalles en su correspondiente contexto (ya sabe los de comunicación que no se puede descontextualizar una frase y mucho menos una “frase” no verbal) y vas colocando piezas en el sitio adecuado.

Hay personas que en esta entradilla te dicen mucho sin decir nada, otras te despistan, algunas te y se equivocan en el mensaje y, la mayoría, que es lo que más sucede, se quedan en el titular. Cuando esta lectura te gusta y decides pasar al cuerpo del reportaje, es porque lo que has leído seduce, fascina. Es cuando ves que alguien escribe un precioso pasaje sin palabras y ese pasaje es un regalo lleno de magia. Posiblemente el resto de la gente se haya quedado en la parte más superficial del texto, sin ver más allá y es en ese momento cuando me siento privilegiada. Sí, he leído mucho más, he disfrutado de una melodía no verbal llena de emociones, de sorpresas, de encanto. Me quedo como embobada mirando, leyendo tanta belleza, tanta forma de trasmitir oculta entre palabras que despistan y deseo seguir leyendo, pasar cuanto antes al artículo y…, bueno, a veces el artículo se cae. Otras veces no, también es cierto, pero la mayoría se viene abajo al tercer párrafo.

A veces, el artículo no es malo, no es el contenido lo que falla, es que se ha escrito con prisas, con ganas de salir corriendo, sin sentido, sin criterio. A veces, solo a veces, es la redacción lo que falla y solo hay que esperar a que el tiempo haga su trabajo de maestro y perfeccione la manera de escribir. A veces, con el tiempo, se consiguen joyas del periodismo vital…, a veces, claro, porque otras, solo es un mal artículo. Sin más.

No se. Debe de ser que últimamente sólo me encuentro buenos titulares de malos artículos y se me están quitando las ganas de seguir leyendo. En fin, igual no hay que darle mayor importancia y del periódico, como decía un buen compañero, hay que seguir hasta las necrológicas. Pues eso.

NOTA: para que veas boquerona que no todo se me queda dentro.