miércoles, 15 de septiembre de 2010

EL PICO

Mariana es una mujer cuyo destino se torció un 20 de mayo de hace ya muchos años. Tantos que no sabría con exactitud decir cuando. Tenía una vida normal.., dentro de la normalidad de una vida que la sociedad etiqueta como normal. Sus padres pertenecían a esa clase de personas que siempre pasa desapercibida. Trabajaban, pagaban su hipoteca.., no tenían grandes lujos ni grandes deudas. No eran derrochadores ni tenían fortuna guardada. Trabajaban para vivir pero terminaron viviendo para trabajar.

Supieron darle a su única hija una educación esmerada. Pusieron sus ilusiones en un futuro con más luz que el propio, dejaron viajar las ilusiones y quisieron convertir sus sueños en realidad. Mariana creció con esa vaga idea de que la vida es un regalo que no cuesta vivir. Estudió en un colegio privado, católico y femenino. Su uniforme era su seña de identidad y sus amigas la única familia que de verdad entendía su pequeño universo.

Quería ser abogada, después de suspirar por un puesto en la escuela, un lugar en el hospital y un rincón en las estanterías de los best seller. Acabo BUP con la firme idea de vestir la toga y defender al más débil. Hizo COU solo con letras y la selectividad, solo con números que no llegaron a elegir carrera. Los primeros besos se cruzaron en su camino.

Descubrió el amor esquivo, cojo y renqueante. Entendió que las caricias no eran para soñar sueños de adolescentes y que aquellos besos no se quedaban solo en la boca. Se dejó llevar por miles de momentos breves y efímeros, sin pensar que cada instante le alejaba de su camino. Terminó por formar una pareja de tres en un tiempo en que la vida no tenía importancia.

Mariana se llamaba también el fruto de un amor desvencijado. Parir o abortar no era dilema para quien había compartido tantos rosarios. Pero un accidente se llevó a quien podría ofrecer un hogar. Se quedó huérfana por un mal vino al volante justo cuando llegaban al hospital para ver nacer a su nieta.

Mariana comía mucho y Mariana no tenía trabajo. La calle fue su vía de escape y su perdición. Mariana cumplía tres años cuando una toga de juez se la arrebató. Para entonces, la vida de Mariana ya no tenía sentido.