Si cierras los ojos tiendes a ver
lo que el corazón quiere que veas, lo que te muestra libre de miedos y
pesadillas. Es el boceto que dibujas de lo que es posible que ocurra allí,
donde todo puede ocurrir.
Si cierras los ojos puedes sentir
las caricias debidas, las miradas olvidadas y las palabras que, al borde de los
labios, se han quedado asustadas sin salir.
Si cierras los ojos te cubre un tenue manto de colores, que obvia el negro y deja paso al arcoíris de tu
sonrisa. Así, sin voces que lo cubran ni gritos que lo espanten.
Si cierras los ojos todavía
puedes verme y que te vea. Todavía es posible cogernos de la mano y salir
corriendo, correr, escapar hacia donde, si cierras los ojos, nada ni nadie nos
puede alcanzar.
Si cierras los ojos escuchas lo
que la voz no es capaz de decir, atrapada entre pasados que no se van y futuros
que no quieren llegar.
Si cierras los ojos nos encontramos. Así, sin más.