sábado, 26 de diciembre de 2009

La frase del año ha sido: prescindiendo… next. Bienvenido 2010

Exactamente esa ha sido la frase del 2009, tardía, inesperada, heredada y compartida. Ha sido una frase multiusada, una frase para aliviar, reír.., pero sobre todo, para descubrir. Esta ha sido la frase de las colegas y amigas, de las noches de marcha y de las tardes de cerveza del rinconete. Pero sobre todo, ha sido una frase para reflexionar.

Este año 2009 ha tenido sus más y sus menos, como todos los años. No ha sido rematadamente malo ni maravillosamente bueno. En mi caso, la balanza se ha inclinado más hacia lo positivo porque ha sido un año de éxito profesional, de descubrimiento de nuevas personas, de afianzamiento de amistades, de proyectos que van tomando forma, de ilusiones compartidas y de deseos cumplidos. Ha sido un año en el que al final, sus últimos latidos me han permitido oír los míos –aquello de las emociones que tan de cabeza/de culo me trajo- y que han logrado saber quién es quién, que es qué y ubicar a cada cual en su perfecto rincón.

El 2009 me ha mostrado con quien no ir de la mano, a quien no mostrar mis sentimientos, de quien no esperar menos que nada y por quién no gastar ni mis ganas ni mi tiempo. El 2009 ha convertido a un clan en una manada, a una idea preciosa llena de magia, en un proyecto profesional, frío y distante. Se ha encargado de redefinir los “te quiero, te amo y te echo de menos” en sus verdaderos significados y, ante todo, ha logrado hacer realidad la frase… prescindiendo… next.

Ha sido un año de sorpresas, de banalidades, de risas, de esfuerzos, de soltar unas manos y coger otras. Ha sido ese año que te demuestra quien sigue estando a tu lado a pesar de todo, aún a sabiendas de las miserias, las debilidades y las dudas. Ha sido el año de la paciencia de toda la gente que me quiere, de esperar mis reflexiones, de saber comprenderme y mimarme…, porque este año ha sido el año de los mimos, los deseados, pedidos y recibidos. Sin duda, el 2009 me ha enseñado muchas cosas, pero sobre todo me ha enseñado a prescindir de gente, de situaciones, de lugares, de proyectos y de ilusiones. De cosas que, en definitiva, no me aportaban nada, sino al contrario, eliminaban lo mejor de mí y me impedían ver a las personas como personas, no como objetos útiles... bueno, también me han prescindido de mi trisquel pero eso es algo ya inevitable.

Quiero agradecer al 2009 que mantuviera a mis amigos… AMIGOS… Ficus, Mirja, la pequeña inmundicia, Momo, Babu, María, Elvira, Carmen, Alberto, Yazmimanuela, la emperatriz de las Argüelles, Silvia, Piloncio, Victoria (anda que nacer el mismo día que yo).., que me regalara con otros nuevos Cris Cris, Anita, Bartolo, Eduardo, Juan Antonio, Yolanda… pero sobre todo quiero agradecer al 2009 que me diera las fuerzas y la clarividencia para hacer buena la frase del año: prescindiendo…, next. Os deseo a todos que prescindáis de lo que no vale, de lo que no merece la pena, de lo que os hace daño, de lo que no os aporta.., de aquello que os confunde y os engaña, de los “te quiero” sin sentido y los “te echo de menos” sin una pizca de verdad porque “prescindiendo” no solo es sano y saludable, sino que alivia, brilla y da esplendor… Bienvenido 2010, os quiero.

viernes, 14 de agosto de 2009

De Barna a Sitges o las aventuras y desventuras de una peregrina fuera del camino. Primera Parte

Hacer el Camino de Santiago y dejarlo para ir a Barna y Sitges no parecía una buena idea, quiero decir, que pasar de las eternas caminatas de kilómetros entre montañas, verde y aire puro a rutas de alcohol, mujeres y vicio era, cuando menos, un riesgo de dimensiones cósmicas. Pero… dejé el camino y me fui a Barna. Y el experimento dio como resultado un 50% de “¡Coño, que bueno!” y el otro tanto por ciento restante de “¿Perdona?”.

La cosa tuvo su origen en una conversación de Messenger. Que donde vas de vacaciones.., que me voy al Camino de Santiago.., que hay una “peaso” de fiesta en Sitges.., que estoy en el Camino.., que lo dejes y te vengas que vas a flipar.., que el Camino es el Camino.., “¡Quilla! que es un “fiestón” con un “puñao” de tías impresionantes.., que el Camino, Rizos, el Camino…, nada, que ese mismo día se pillaron todos los billetes y hoteles necesarios y yo ya tenía claro que el Camino era mucho Camino y todo lo que quisiera, pero que me iba a Barna y Sitges. Una, que tiene una personalidad de una seta.

Así que mis vacaciones iban a ser: primero al camino como se debe ir, léase, sola. Después ir a Barna y Sitges como se debe ir, tómese nota, acompañada, y terminar volviendo al camino como está mandado, obsérvese, sola de nuevo. Un ir y venir de la soledad al acompañamiento como un currito caminante, que te llevo que te traigo “parriba pabajo”, al que se debería de llegar con un poco de preparación…, nada más lejos de mí, obviamente. Me fui a Barna con la bendita inocencia del desconocimiento y la cabeza llena de Camino que, para quien haya sido peregrina, sabe perfectamente lo que es. Pero, eso sí, antes de salir de Oviedo me compré algo de ropita para no tener que pasear el último modelo compostelano de este año, muy mono, muy cómodo pero como que no, y para que la pobre Rizos no pasara por una cooperante de ayuda humanitaria acompañando a una usuaria de cualquier proyecto social…, ¡con lo mona que va ella, por Dios! Había que cambiar los pantalones cortos, camisetas rotas, botas de senderismo, mariconera a la cintura, palo made in Asturias y mochila al hombro por algo más…,¿Cómo diría yo?.., adecuado al “estilo” y glamour catalán. Te juro Rizos que se hizo lo que se pudo, te lo juro por el novio de Falete… a ver canon, ¿qué te dije yo?

Así que salgo de Oviedo a las 11:00 en tren hacia Barna con esas pintas sugerentes que a más de una dejaría con la boca abierta y el culo “cerrao” menos a Rizos que, cuando abrió la puerta de la habitación, en un brillante ejercicio de agilidad mental, no se le ocurre otra cosa que decir: “Anda, como te ha crecido el pelo”. Inmensa la mujer esta, echó un vistazo rápido y supo inmediatamente que “esto era lo que había”: cualquier parecido con el glamour necesario para los 4 días fiesteros, iba a ser pura coincidencia.

Primera noche pues de gran fiesta bollo-glamurosa-catalana-deluxe en Barna, Festival Circuit, 8 de agosto. Primera aproximación al gran despliegue de medios con toque de distinción y primer “¿perdona?” del viaje.

Salimos del hotel para cenar algo. Cena guay, vinito estupendo, nada de chupitos ni copas porque había ganitas de ir rompiendo la noche aunque, al final, la noche fue la que nos rompió a nosotras. Primero al Dmer, local de obligada visita si te va el buen ambiente, la buena bebida, la mejor música y una dueña que vale su peso en oro. Fue, sin duda alguna, lo mejor de la noche porque el resto…

Nos vamos a esa super-mega fiesta bollo de la super-mega ciudad del glamour y el estilo. Pagamos la entrada de rigor y nos metemos en un garito sin tocar los pies en el suelo. ¿Mucha gente? ¡No! ¡Que va! ¡Por favor! Apenas un par de bollos divinas que nos sonreían con ese deje tan cercano que tienes estas chicas…, tan accesibles, tan simpáticas, tan sencillas ellas…, ¡Cómo pulgas en costura! Talmente apiñadas, restregadas las unas con las otras cual mujeres desesperadas y luego para nada, para darte cuenta de la variedad de perfumes que hay en el mercado…, D&G, Versace, Boss, Lavanda y DINKI Darling.., ese fue el mejor.

Así que como los restregones no nos seducían lo más mínimo, nuestra colonia ya nos gustaba y no queríamos cambiar, y tanta cercanía nos abrumaba, pasamos a una de las estancias con más espacio libre entre el “ganao”…, unos 4 cm entre las reses. Y, aquí viene lo mejor, comenzamos la Rizos y yo las sevillanas de las copas que, para quien no lo sepa, nada tienen que ver con las que se bailan en Sevilla, que son 4. Estas también se terminan bailando pero son mil.

Con la primera nos dimos cuenta de la calidad de lo trasegado, con la segunda nos daba igual, a la tercera veíamos tetas por todos lados, a la cuarta íbamos de excursión de una sala a otra buscando no se sabe muy bien que, con la quinta cualquier sombrero negro era de la Rizos…, a la undécima la Rizos ya no tenía rizos, aquello era un pelo largo y sedoso que me desconcertó, entonces tuve claro que la noche iba a ser diferente a cualquier otra. El garrafón es lo que tiene, que te hace distintas noches que deberían de ser especiales.

Hay cosas que incluso la bruma de ese alcohol barato y nefasto no puede borrar (lástima de borrón de una fiesta que pudo haber sido genial y terminó siendo una mierda. Chicas organizadoras: no merece la pena dar veneno a la clientela a 10€ por ganar un poco más, está feo ir dejando cadáveres por las noches). El leñazo de la Rizos allende a la barra ante los atónitos ojos del personal, es uno de ellos. Eso sí, fue todo con mucho glamour y estilo. ¡Faltaría más! El pase de modelos de un lado a otro de la calle hasta que conseguimos sentarnos en unas escaleras, fue otro. El eterno monólogo conmigo misma ante ese amanecer barcelonés, mientras aquí mi prima pasaba de mí como de comer alfalfa, otro más. Hubo unos cuantos. Algunos divertidos y otros no tanto. ¿El final de la noche? Pues sorprendente, original y revelador. Quedará por siempre en los anales de mi memoria, repito, DE MI MEMORIA. Lo único que se me ocurre escribir es que fue larga, muy larga, eternamente larga. Tan larga que creo que aun no ha terminado.

To be continued…

martes, 16 de junio de 2009

Con el dardo en la cabeza

Hay veces que, aunque no quieras, se te queda el cuerpo tipo corcho, insensible ante la vida. Esto puede deberse a un impacto emocional de dimensiones cósmicas, a una llamada de la Tesorería General de Seguridad Social o a la parábola perfecta de un dardo en la cabeza. La primera causa del corcho la ha tenido casi todo el mundo (generalizar está feo, hay personas que nadan en las plácidas aguas de la estupidez y no son conscientes de nada. Zopencas se llaman), la segunda algunos elegidos.., al azar, se sobreentiende, de la base de datos de los millones de sufridos contribuyentes que aportan su dineros al sostenimiento del estado del bienestar (anda que no me ha quedado bien la frase ni nada) pero la tercera..,¡ay la tercera! Apenas un par de seres privilegiados pueden decir que tienen un dardo en la cabeza y la zona tipo corcho… o quizás no.

Es posible que todo el mundo tengamos un punto “i”, de insensible, como las mujeres supuestamente tenemos un punto “g” de..., da igual, de lo que sea (aquí que cada uno se acoja las múltiples teorías sobre la existencia o no de semejante fenómeno. Al final, lo único que vale es la demostración empírica…). Entonces solo habría que determinar exactamente donde se encuentra. Pero claro, ir a la busca y captura del punto en cuestión no debe de ser tarea agradable más que nada porque, hasta que aciertes, se te puede quedar el cuerpo tipo colador.

Pero hay veces, como es el caso que nos ocupa, que el azar se alía con la habilidad digital y acierta a la primera. Me explico. Fenicia y Ruperta (nombres ficticios por aquello de la privacidad) son hermanas. A ambas le gusta jugar a los dardos. De hecho lo hacen habitualmente. Una noche de verano, Fenicia jugaba a los dardos en el salón de su casa junto con otros miembros de la familia. Ruperta se encontraba en una posición…, debería de ser sentada por la ubicación del dardo, digo yo…, no quisiera yo pensar que la “clavada” andaba en posturas poco decorosas en mitad de una reunión familiar pero…

Situación: salón familiar. Noche. Una diana en la pared del fondo, un sofá, mesa y decoración habitual. Fenicia tira los dardos. Ruperta sentada en el sofá dialoga con su madre.

Madre: sigo sin entender a cuento de qué tienes esos mareos, Roberta hija

Roberta: pues mamá no lo se. Debe de ser la tensión, el calor… ayer me dio en la playa.

Fenicia (tirando un dardo): y que no se despertaba y eso que le dí una hostia que pa que las prisas… uuuuuuuuy, casi hago diana…

Madre: Fenicia, deja de jugar con los dardos que me vas a poner la pared hecha un cuadro…

Fenicia (tirando otro dardo): que no mamá, que tengo cuidado

Madre: pues vas a tener que ir al médico y que te haga unas pruebas

(Y es aquí cuando Fenicia tira un dardo en parábola perfecta)

Fenicia: oye, ¿habéis visto donde ha caído el dardo?

Ruperta (agachándose con el dardo en todo lo alto): Igual se ha caído al suelo…, mira a ver si está por el otro lado

Madre: al final verás que voy a tener que llamar al pintor para que arregle las paredes

Fenicia: al final, igual a quien vas a tener que llamar es a un cirujano

(Silencio sepulcral mientras todos miran hacia Ruperta señalada por su hermana)

Ruperta: Pues aquí no está, yo no lo veo…, igual se ha clavado en algún lado, mira a ver en las sillas o en la parte trasera del sofá…, desde luego a mi lado no está.

Y ahí estaba Ruperta con el dardo en la cabeza, tipo teletubi (¡Que grande que eres Raka!), buscando insensible lo que tenía clavado en la tonsura o coronilla.

Y ahora es cuando viene la pregunta del millón. ¿Cómo es posible que alguien se le clave un dardo la cabeza y todavía busque donde ha ido a parar sin notar que lo tiene en lo más alto? ¡Grandes misterios de la humanidad! Lo único que queda por saber es si tenemos un solo punto “i” o hay más repartidos por el territorio corporal porque, de ser así, solo queda pedir que no esté muy cerca del aparato del regocijo. Aviso a navegantes: una o varias partes de nuestro cuerpo son insensibles al dolor y, posiblemente, al placer (¡Quien corresponda no lo quiera), así que más nos vale ir gozando de las partes conocidas no sea que un día te claven un dardo en la sesera y seas incapaz de saber si es el único o la cosa se extiende más allá de las partes visible. Ya sabes Ruperta, haz que te busquen más puntos “i”, porque entiendo que el “g” ya te lo han encontrado.

jueves, 11 de junio de 2009

Dicen que la risa tonta...

A mí me dio el otro día, sin venir a cuento…, bueno, sin el cuento para que viniera porque la cosa sucedió en el curro y en una situación de lo más trascendental. De hecho, no tendría que haber habido (que bonita formación gramatical) risa alguna, ni tonta ni lista pero, ¡vaya!, hay situaciones en las que la carcajada esta absurda se hace paso a empujones entre tanta seriedad, sea oportuna o no. Lo que te hace pensar... Vamos a ver. La risa tonta aparece cuando menos se la espera, en esto se iguala al amor y sucedáneos, y además es difícil de controlar. ¿Quién no le ha dado un ataque de risa en una misa córpore in sepulto, funeral o boda, justo en la parte del “sí quiero”, cuando los susodichos ponen caras de sopla según baja la guillotina que corta la libertad? He visto a much@s novi@s con las caras como bisontes siendo conscientes de lo que se le venía encima, otro no. Otros, que deben de calzar mucho más de pie que de cociente intelectual, están contentos, alegres, satisfechos de la hazaña.., ¡Oiga! ¿Tas tonto? Bueno, pues en esos casos me da la risa tonta de ver la tontería con la que la gente gusta y busca marcarse como a los pollos.

Debe de ser que me da risa la estupidez…, digo yo porque no hace mucho, una pobrecilla ave nocturna intentó ligarme (¡que situación!) con un toque de intelectualidad, quiero decir, de fingida intelectualidad. Como mi gente me dice que soy una borde de cuidado, puse cara de “que interesante” y me guardé el ácido en los entresijos que, después de aquello nunca más, casi muero. En esta situación de continencia sulfúrica logré estar la escalofriante cifra de ¡20 minutos! Y, a los 20 minutos, me dio la risa tonta. Sin más. Me di cuenta de lo absurdo de la situación. Aquella queriendo ser interesante. Yo horrorizada por tamaño esfuerzo, pero fingiendo cual champion para no decir algo en mi línea de “pero mira que eres burra”. Y me empecé a reír. No podía parar, la otra no podía dejar de mirarme con la boca cada vez más abierta, sin decir nada. Y cuanto más abría la boca, muda toda ella, yo con más y más risas sin hablar también, claro. Un silencio de palabras que retumbaba en el local.., terrible situación. La chica ya no sabía si cerrar la boca e irse, podía haber sido una excelente opción, o quedarse y ver que había al final de mi carcajada. Optó por lo último. Pésima elección.

Lo que había al final era un “¿tienen un kleenex?” para limpiarme los lagrimones y sonarme la mocarrada, algo que no induce al romance ni al erotismo, soy consciente. Y después de cubrir mis necesidades físicas le dije que había sido muy divertido, “divertido ¿qué?- debió pensar esta- si he dicho cosas muy serias”, pero que me tenía que ir. Hala, con Dios. Me di media vuelta y me fui. Creo que todavía debe de estar pensando que clase de psicópata de Atapuerca le gustó y yo sigo pensando que clase de Taradas Pérez atraigo. Cuando no me sueltan una charleta intelectual-solidaria-política-existencial me morrean por sorpresa en mitad del Fula dejándome con la boca abierta, nunca mejor dicho, y el culo cerrao.., “perdona, ¿tu eres...?” porque claro, era una auténtica desconocida. (NOTA: compi de comunicación, ya sabes como NO acercarte a un piscis. Ni tirarte al cuello a ver que pillas, ni perder la naturalidad. Otro día te digo más.)

Dicen que la risa tonta es producto de los nervios, de situaciones descontroladas o de falta de madurez. Para nada. La risa tonta es producto de la estupidez ajena y de la falta de neuronas. Pero claro, no hay que confundir con la risa nerviosa ni con la risa la hiena, esas son otras risas que ni son tontas, ni son listas. Son risas mucho más nocivas y menos divertidas. Por eso está la risa tonta, para cuando no se pueda reír y se necesite. Con lo que a mí me gusta reírme…

lunes, 18 de mayo de 2009

Un buen titular, un mal artículo



A veces pasa…, coges el periódico, lees el titular, te llama la atención, continúas leyendo la entradilla, parece que el artículo promete y cuando decides leerlo completo, ¡zas!, se te pone la mirada llena de dudas, de decepción. No era lo prometido, lo escrito nada tenía que ver con el lenguaje elegante y seductor del titular. Un fiasco, un engaño… A veces pasan estas cosas, lo del titular digo. Y eso mismo, a veces, también ocurre con las personas.

El otro día, haciendo un “hacer” de limpieza en el despacho, me encontré uno de mis libros favoritos: “La comunicación no verbal” de Mark L. Knapp. Junto a él otro, de Flora Davis, con el mismo título; un poco más allá el de Roger Ailes, “Tu eres el mensaje” y, para rematar, el de Lilliam Glass, “Se lo que estás pensando”… Bueno, vale, me mola la comunicación no verbal. Los tengo todos subrayados, anotados al margen, analizados y estudiados. Sí, que se le va a hacer, me gusta leer a las personas…, pero no a todas.

Igual la comparanza no es buena pero a mí me ocurre con los artículos igual que con la gente. Me llama la atención un buen titular, eso me engancha a leer la entradilla y, si ésta me pone, sigo con el artículo. Con las personas me pasa exactamente lo mismo. Me llama la primera lectura, esa que haces a volapié, con más prisas que detalles, la que te lanza el titular de quien estás leyendo. Lejos de las apariencias, esta primera lectura se queda en la mirada, la sonrisa y poco más. Lo suficiente para querer leer algo más, algo que te adelante el tipo de persona. La verdad es que tiene mucho que ver con la energía. Cuando alguien no te da “buena vibración”, lo que Lilliam Glass llama “el primer instinto”, dejas de leer. No merece la pena porque, esto suele ser así, la primera impresión es la que vale, es primitivo, es la herencia del hombre de las cavernas que, no teniendo lenguaje articulado, salvaba su vida y la de su gente a través de la comunicación no verbal. Cuando se enciende el pilotito de “peligro”, mejor ni intentar seguir leyendo.

Vale, dejemos la herencia comunicadora para otro momento. Decía, creo que era eso, que un buen titular te seduce hasta el punto de querer seguir leyendo. Llegas a la entradilla y, en la entradilla, dejas que la persona “entre”, se asome un poco a tu vida. El titular le otorgó el beneficio de la duda. Esa mirada franca y clara, esa sonrisa sincera, esa energía que te hace sentir cómoda…, en fin, un buen titular de alguien que, sin más, merece la pena seguir leyendo y, ¡quien sabe!, igual formar parte de una parte de tu vida. La segunda lectura es más profunda. Andas fijándote en los gestos, en como habla, en el tono que utiliza, su manera de comportarse…, vas fijando detalles en su correspondiente contexto (ya sabe los de comunicación que no se puede descontextualizar una frase y mucho menos una “frase” no verbal) y vas colocando piezas en el sitio adecuado.

Hay personas que en esta entradilla te dicen mucho sin decir nada, otras te despistan, algunas te y se equivocan en el mensaje y, la mayoría, que es lo que más sucede, se quedan en el titular. Cuando esta lectura te gusta y decides pasar al cuerpo del reportaje, es porque lo que has leído seduce, fascina. Es cuando ves que alguien escribe un precioso pasaje sin palabras y ese pasaje es un regalo lleno de magia. Posiblemente el resto de la gente se haya quedado en la parte más superficial del texto, sin ver más allá y es en ese momento cuando me siento privilegiada. Sí, he leído mucho más, he disfrutado de una melodía no verbal llena de emociones, de sorpresas, de encanto. Me quedo como embobada mirando, leyendo tanta belleza, tanta forma de trasmitir oculta entre palabras que despistan y deseo seguir leyendo, pasar cuanto antes al artículo y…, bueno, a veces el artículo se cae. Otras veces no, también es cierto, pero la mayoría se viene abajo al tercer párrafo.

A veces, el artículo no es malo, no es el contenido lo que falla, es que se ha escrito con prisas, con ganas de salir corriendo, sin sentido, sin criterio. A veces, solo a veces, es la redacción lo que falla y solo hay que esperar a que el tiempo haga su trabajo de maestro y perfeccione la manera de escribir. A veces, con el tiempo, se consiguen joyas del periodismo vital…, a veces, claro, porque otras, solo es un mal artículo. Sin más.

No se. Debe de ser que últimamente sólo me encuentro buenos titulares de malos artículos y se me están quitando las ganas de seguir leyendo. En fin, igual no hay que darle mayor importancia y del periódico, como decía un buen compañero, hay que seguir hasta las necrológicas. Pues eso.

NOTA: para que veas boquerona que no todo se me queda dentro.

sábado, 21 de marzo de 2009

Cuando abril llega prematuro

Los seres humanos tendemos a esa plácida rutina que nos protege del vértigo de los cambios. Una hora para levantarse, otra para dormir, casi la misma para comer y otra parecida para disfrutar. Tenemos el cuerpo hecho a un horario y procuramos que no se altere demasiado, no vaya a ser que entre el tiempo se nos cuele algún intruso con aviesas intenciones de sacudirnos el chiringo. Por eso, cuando abril llega prematuro se encienden todas las alarmas. Ni razones, ni magines, ni vacunas, ni pamplinas. Si abril se adelanta, se nos caen los palos del sombrajo.

Y es que para el santo mes primaveral, antesala del mayo glorioso y hormonal, la vida debe ser una preparación para los amorosos acontecimientos que están por venir. Para algunos no es más que la luz cálida después del oscuro invierno en forma de arrumacos y caricias, para otros, u otras, una oportunidad de oro para tirarse al cuello a ver que pillan y para la mayoría es un tiempo de planificación y sueños donde disfrutar con el encontronazo de la media naranja, que al final termina siendo la media cereza, que te haga los zumos para el resto…, del verano.

Pero cuando abril llega prematuro, nos sentimos sin defensa ante tanto estrago. Y mira que nos hemos vacunado, protegido, escondido…, de la que te despistas, los primeros rayos de sol se te van colando por las rendijas sin darte cuenta de que has llegado a casa y no has encendido la luz, que sigues viendo sin bombillas. Sin saber por qué, se te vienen hinchando las ganas de estar con quien ni tan siquiera sospechabas y andas travistiendo la cosa de amistad, no sea que te pille el corazón con el paso cambiado y tengamos otro lío para la colección de chungos. ¡Y maldita las ganas que tienes de ir acumulando trastos! Total, que sin apenas darte cuenta, comienzan las mariposas a darse vueltas entre el gaznate y el ombligo sacudiendo con su aleteo la parte más tonta de tu cabeza, esa que va por libre y te descalabra. Por eso, cuando abril llega prematuro, es mejor franquearle la entrada no vaya a ser que, de no dejarle entrar, vengan las tropas de mayo a derrumbarte la muralla. Total, te guste o no te guste, si te toca te ha tocado, sea abril puntual o adelantado.

Va por ti malagueña