lunes, 1 de diciembre de 2008

Manual de instrucciones para el disfrute de la pequeña inmundicia I

Todo aparato que se precie viene con su manual de instrucciones, además en distintos idiomas. La pequeña inmundita, también. En los anteriores manuales se daba debida cuenta de la manera y forma de acercarse a esta especie única, en peligro de extinción, para poder disfrutar de su aparato del regocijo. Pero esta vez vamos a aumentar las posibilidades de toque y posesión para ampliar horizontes en el duro invierno de la criatura.

La inmundicia anida entre dos espacios naturales apartados el uno del otro por apenas medio kilómetro de distancia. Ninguno de los dos hábitats forman el ecosistema propio de este raro animal nocturno sino que se complementan para el oportuno apareamiento del animalito. El primero, conocido como El Rincón, ofrece a esta especie el lugar ideal para el precalentamiento hormonal. Entre cervezas de bajo coste, charlas interminables con animalitos de especies similares y partidas de parchís, pasa la inmundicia la primera parte de su noche cazadora. Tranquilo, sereno (hasta la octava cerveza, claro), esta especie prepara su plumaje para la demostración final de testosterona’s show. No es conveniente, por tanto, intimidar al animal en estas circunstancias. Sus hormonas no están listas para el duro trabajo nocturno y su plumaje se encuentra escondido en un proceso de auto lavado que concluye bien entrada la noche.

Si alguien tuviera la desafortunada ocurrencia de intentar acercarse a la inmundicia dentro de su primer hábitat, debe de tener en cuenta una serie de normas de obligado cumplimiento. Sin embargo, si puede evitar las maniobras de apareamiento en esta primera estancia del animal, ganaría posibilidades de cara a la consecución del fin último que no es otro que el apareamiento feliz entre distintas especies. Es mejor, por tanto, esperar a que la pequeña inmundicia haga su ingreso en el segundo de sus hábitats naturales: El Fula.

Pero, si aún así, los deseos de internarse en el maravilloso mundo de la especie no pueden esperar a llegar al segundo de sus territorios, lo más conveniente es hacer lo siguiente. No pedir fuego desde la puerta porque la inmundicia sospecha de esta maniobra y evita cualquier contacto visual con el sujeto. No pedirle el cigarro al lado de la silla y, mucho menos, dejar un rastro viscoso hasta su sitio porque el animal tiende a desplegar sus alas en forma de escudo y fustiga con el amargo látigo de su desden. Por supuesto ninguna turra a los acompañantes (normalmente soy yo) porque terminan por mandarte a jiñar al pardo y se pierde cualquier posibilidad de acercamiento. Si le quieres invitar a una cerveza, que sea a él y a toda la compaña porque, de otra manera, habrá concilio en contra tuya y eso sería muy negativo para tus intereses. En la mesa de la inmundicia bebemos todos.

En este primer capítulo hemos analizado la especie, sus hábitats y lo que no se debe de hacer para captar la atención en una frase temprana. En el segundo estudiaremos con mayor profundidad, todas las posibilidades de apareamiento de la especie y como conseguir el uso y disfrute de su aparato del regocijo.

Continuará….