viernes, 2 de noviembre de 2012

Todo pasa, todo llega.., todo permanece



El marqués de Lampedusa hizo decir a uno los personajes de su obra "El gatopardo" que "si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie". Esta paradoja enunciada por el autor italiano se adoptó en ciencias políticas como el "gatopardismo" o lo "lampedusiano", resumida en una frase mucho más conocida: "todo tiene que cambiar para que nada cambie". 

En esencia viene a decir que existen políticos, movimientos que inician revoluciones en las que se quiere cambiar sólo la estructura superficial del poder conservando, intencionadamente, los elementos esenciales del mismo. Mucho me temo que estamos viviendo dentro de este supuesto y no porque haya una parte de la ciudadanía que no quiera un cambio profundo, sino porque hay una inmensa parte que no piensa y unos pocos se aprovechan de ello.

Vivimos en una sociedad vaga, ignorante e inmovilista. A esta sociedad le han enseñado que la vida es bella si gana tu equipo de fútbol, si tienes una hipoteca adecuada a los intereses de tu banco, si puedes tener más cosas que tu vecino y si los fines de semana tienes el dinero y el tiempo suficiente para la cogorza de rigor. La vida puede ser excelsa si, además, las vacaciones las pasas en unas islas de nombre impronunciable y en Navidad puedes comer las típicas gulas con el "an" delante. La vida, tu vida, es como debe de ser si sin darte cuenta crees que con una papeleta decides el futuro de tu país y mantienes un cierto orden social al que perteneces. Y la verdad es que ni decides, ni disfrutas, ni mantienes nada que no sea los privilegios de unos pocos que dejan que creas un sueño que te dejan soñar. O sea, que tu vida es una pesadilla que para cuando quieres despertar ya está destrozada.

Vivimos en una crisis de dimensiones cósmicas. Existen casi 2 millones de hogares cuyos miembros, todos ellos, están en el paro; cada día se producen más de 500 desahucios y el dinero se utiliza en rescatar bancos y no personas. A estas alturas, la sanidad, la educación y la justicia empieza a ser un artículo de lujo y la investigación una actividad a realizar en otros países. La subida del IVA ha convertido a los pañales en un bien al mismo nivel que un Ferrari y la cultura.., bueno, la cultura es una actividad que ya no existe a no ser que se haga casi en la clandestinidad... Y lo que se nos ocurre es montar una huelga general Italo-portuguesa-española de un día para sacar músculo frente a los "otros", esos "otros" que sólo esperan como sacar partido de la situación.

Esto es como cuando tienes ese tipo de relaciones intermitentes, que nunca están pero nunca se pierden, que no sabes muy bien por que permanecen y que pase el tiempo que pase seguirán en tu vida aunque no lo quieras. Hasta qué no se haga un cambio profundo, ahí estarán, pendientes del hilo de un tweet, de un post o de una coincidencia. Vinculadas sine die, sin la energía o las ganas para eliminarlas.

Esto es igual que esas relaciones. Podemos iniciar revoluciones guiadas por "gatopardos" que sólo cambiarán la estructura superficial manteniendo a conciencia los elementos esenciales. Movimientos que hacen que parezca que la situaciones cambian cuando lo único que cambia es la apariencia de una situación que permanece rentable para los mismos.

Me perdonen pero habría que hacer como en estas relaciones: buscar cuál es el elemento que las sigue perpetuando y eliminarlo o asumirlo... Porque a lo mejor lo que queremos es eso, asumir esta relación con unos pocos cambios. Las cosas de la crisis.