miércoles, 19 de noviembre de 2008

¿Más de lo mismo?

Al final es casi siempre lo mismo, la repetición de tantas historias, la coda de tantas melodías. Al final y a la postre es solo otro tramo, una etapa más del camino, apenas un espacio de distancia entre dos ilusiones que construyeron un sueño. Es como el dilúculo de la noche, el crepúsculo de la luna, el espacio donde se paran las palabras y echan a andar los hechos. Es lo mismo. La misma canción, la misma sigla final, la misma mirada que te acerca, es la misma que te separa…, es lo mismo, no hay nada excepcional…

Casi podría ser un fraude, un engaño de los sentidos…, podría ser un uso indebido de la sonrisa o un abuso inconsciente de las caricias. Podría ser el sempiterno canto de sirenas o una frase adecuada para la ocasión. Podría ser energía universal, chakras en desbandada o sabiduría adulterada con puerilidad. Podría ser cualquier cosa, incluso un proyecto de sentimientos con vocación de eternidad, un cuento de hadas con final de colores o un arpegio en menor con un ligero toque de sal. Pero no, no es nada de eso, ni de aquello. Es algo más prosaico, más tangible, menos etéreo. Es necesidad. Algo que es fácil disfrazar y difícil de descubrir.

Algo por lo que seríamos capaces de escribir el más bello verso o la más bella melodía. De encontrar besos en bocas ajenas cuando no estaba en ellas lo que buscábamos, de elevar altares a un ensueño, a una quimera hecha de medias mentiras y falsas verdades… Es algo por lo que no cuesta creer en lo improbable y terminas maldiciendo lo imposible. La necesidad solo es necesidad. Aunque sea de ti o de mí, solo es necesidad. Y se cura con la distancia, con el olvido, con el esfuerzo de volver a poner en marcha el magín sin dejarse llevar por ese órgano invisible que nadie sabe ya donde ubicarlo.

Porque al final, como siempre, es todo lo mismo. Las mismas lagrimas en distintos rostros, las mismas palabras en distintas bocas, las mismas miradas en distintos ojos… Es lo mismo, todo se repite, como las seis etapas de la noche hasta que llega la madrugada de otro día que también tendrá otras seis etapas en su noche. Igual. Como igual es la sensación de que esta vez va a ser distinto para terminar reconociendo que no es así, que se ha repetido. Y vuelta a empezar. Vuelta a enjugar otras lágrimas, a crear más palabras, a regalar mil miradas, vuelta a empezar porque a todos nos llega la necesidad de pensar, de creer que esta vez, solo por esta vez, no va a ser más de lo mismo.