viernes, 14 de agosto de 2009

De Barna a Sitges o las aventuras y desventuras de una peregrina fuera del camino. Primera Parte

Hacer el Camino de Santiago y dejarlo para ir a Barna y Sitges no parecía una buena idea, quiero decir, que pasar de las eternas caminatas de kilómetros entre montañas, verde y aire puro a rutas de alcohol, mujeres y vicio era, cuando menos, un riesgo de dimensiones cósmicas. Pero… dejé el camino y me fui a Barna. Y el experimento dio como resultado un 50% de “¡Coño, que bueno!” y el otro tanto por ciento restante de “¿Perdona?”.

La cosa tuvo su origen en una conversación de Messenger. Que donde vas de vacaciones.., que me voy al Camino de Santiago.., que hay una “peaso” de fiesta en Sitges.., que estoy en el Camino.., que lo dejes y te vengas que vas a flipar.., que el Camino es el Camino.., “¡Quilla! que es un “fiestón” con un “puñao” de tías impresionantes.., que el Camino, Rizos, el Camino…, nada, que ese mismo día se pillaron todos los billetes y hoteles necesarios y yo ya tenía claro que el Camino era mucho Camino y todo lo que quisiera, pero que me iba a Barna y Sitges. Una, que tiene una personalidad de una seta.

Así que mis vacaciones iban a ser: primero al camino como se debe ir, léase, sola. Después ir a Barna y Sitges como se debe ir, tómese nota, acompañada, y terminar volviendo al camino como está mandado, obsérvese, sola de nuevo. Un ir y venir de la soledad al acompañamiento como un currito caminante, que te llevo que te traigo “parriba pabajo”, al que se debería de llegar con un poco de preparación…, nada más lejos de mí, obviamente. Me fui a Barna con la bendita inocencia del desconocimiento y la cabeza llena de Camino que, para quien haya sido peregrina, sabe perfectamente lo que es. Pero, eso sí, antes de salir de Oviedo me compré algo de ropita para no tener que pasear el último modelo compostelano de este año, muy mono, muy cómodo pero como que no, y para que la pobre Rizos no pasara por una cooperante de ayuda humanitaria acompañando a una usuaria de cualquier proyecto social…, ¡con lo mona que va ella, por Dios! Había que cambiar los pantalones cortos, camisetas rotas, botas de senderismo, mariconera a la cintura, palo made in Asturias y mochila al hombro por algo más…,¿Cómo diría yo?.., adecuado al “estilo” y glamour catalán. Te juro Rizos que se hizo lo que se pudo, te lo juro por el novio de Falete… a ver canon, ¿qué te dije yo?

Así que salgo de Oviedo a las 11:00 en tren hacia Barna con esas pintas sugerentes que a más de una dejaría con la boca abierta y el culo “cerrao” menos a Rizos que, cuando abrió la puerta de la habitación, en un brillante ejercicio de agilidad mental, no se le ocurre otra cosa que decir: “Anda, como te ha crecido el pelo”. Inmensa la mujer esta, echó un vistazo rápido y supo inmediatamente que “esto era lo que había”: cualquier parecido con el glamour necesario para los 4 días fiesteros, iba a ser pura coincidencia.

Primera noche pues de gran fiesta bollo-glamurosa-catalana-deluxe en Barna, Festival Circuit, 8 de agosto. Primera aproximación al gran despliegue de medios con toque de distinción y primer “¿perdona?” del viaje.

Salimos del hotel para cenar algo. Cena guay, vinito estupendo, nada de chupitos ni copas porque había ganitas de ir rompiendo la noche aunque, al final, la noche fue la que nos rompió a nosotras. Primero al Dmer, local de obligada visita si te va el buen ambiente, la buena bebida, la mejor música y una dueña que vale su peso en oro. Fue, sin duda alguna, lo mejor de la noche porque el resto…

Nos vamos a esa super-mega fiesta bollo de la super-mega ciudad del glamour y el estilo. Pagamos la entrada de rigor y nos metemos en un garito sin tocar los pies en el suelo. ¿Mucha gente? ¡No! ¡Que va! ¡Por favor! Apenas un par de bollos divinas que nos sonreían con ese deje tan cercano que tienes estas chicas…, tan accesibles, tan simpáticas, tan sencillas ellas…, ¡Cómo pulgas en costura! Talmente apiñadas, restregadas las unas con las otras cual mujeres desesperadas y luego para nada, para darte cuenta de la variedad de perfumes que hay en el mercado…, D&G, Versace, Boss, Lavanda y DINKI Darling.., ese fue el mejor.

Así que como los restregones no nos seducían lo más mínimo, nuestra colonia ya nos gustaba y no queríamos cambiar, y tanta cercanía nos abrumaba, pasamos a una de las estancias con más espacio libre entre el “ganao”…, unos 4 cm entre las reses. Y, aquí viene lo mejor, comenzamos la Rizos y yo las sevillanas de las copas que, para quien no lo sepa, nada tienen que ver con las que se bailan en Sevilla, que son 4. Estas también se terminan bailando pero son mil.

Con la primera nos dimos cuenta de la calidad de lo trasegado, con la segunda nos daba igual, a la tercera veíamos tetas por todos lados, a la cuarta íbamos de excursión de una sala a otra buscando no se sabe muy bien que, con la quinta cualquier sombrero negro era de la Rizos…, a la undécima la Rizos ya no tenía rizos, aquello era un pelo largo y sedoso que me desconcertó, entonces tuve claro que la noche iba a ser diferente a cualquier otra. El garrafón es lo que tiene, que te hace distintas noches que deberían de ser especiales.

Hay cosas que incluso la bruma de ese alcohol barato y nefasto no puede borrar (lástima de borrón de una fiesta que pudo haber sido genial y terminó siendo una mierda. Chicas organizadoras: no merece la pena dar veneno a la clientela a 10€ por ganar un poco más, está feo ir dejando cadáveres por las noches). El leñazo de la Rizos allende a la barra ante los atónitos ojos del personal, es uno de ellos. Eso sí, fue todo con mucho glamour y estilo. ¡Faltaría más! El pase de modelos de un lado a otro de la calle hasta que conseguimos sentarnos en unas escaleras, fue otro. El eterno monólogo conmigo misma ante ese amanecer barcelonés, mientras aquí mi prima pasaba de mí como de comer alfalfa, otro más. Hubo unos cuantos. Algunos divertidos y otros no tanto. ¿El final de la noche? Pues sorprendente, original y revelador. Quedará por siempre en los anales de mi memoria, repito, DE MI MEMORIA. Lo único que se me ocurre escribir es que fue larga, muy larga, eternamente larga. Tan larga que creo que aun no ha terminado.

To be continued…