jueves, 7 de agosto de 2008

Los viernes son un día raro

ACTO III (continuación y 4)

EL.- Ayer te levantaste, como todos los días entre las 10 y las 10 y media. No muy pronto, pero no muy tarde. Lo justo para evadirte de los desayunos familiares, esos que se sirven con los buenos días de tu marido y tus hijas, los “llego tarde a la clínica”, “me llevas al cole papá” o “me van a sacar a la pizarra y no se que me voy a poner”.

ELLA.- Muy listo, pero si hemos convivido ya sabrás a que hora me levanto.

EL.- Conmigo trabajabas.

ELLA.- Contigo era todo una maldición bíblica.

EL.- Después de desayunar tus antioxidantes en forma de fruta y vitaminas, te has dado una ducha, has mirado tu guardarropa, has pensado que te falta fondo de armario y has llamado a tu salón para pedir cita. Necesitabas un masaje, peluquería y pedicura y, por supuesto, una limpieza de cara.

ELLA.- Muy listo. Las mujeres es lo que hacemos, cuidarnos. No como vosotros que andáis de rastrojos…, bueno, tú andas de rastrojos

EL.- De momento no me equivoco. Sigamos. Después de ir a revocarte la fachada te has ido de comprar pero, claro, como esto de ser feliz (hace comillas) con las cosas sencillas se tiene que mostrar al mundo, has quedado con Ana para que te ayudara a elegir modelitos. Es lo que tiene, si no puedes demostrar que eres feliz, pues como que no vale. ¡Ah! Y de paso os habéis ido a comer juntas. Algo sano, de autor, poquita cosa no sea que se acumulen las cartucheras con inquilinos indeseados.

ELLA.- Con Marisa

EL.- ¿Qué?

ELLA.- Que no fui con Ana, me fui con Marisa. Pero lo la conoces

EL.- Ana, Marisa, lo mismo da. Es una testigo presencial de tu felicidad y eso es lo que importa. Lo que no se conoce es como si no existiera… Déjame pensar de qué hablasteis durante la comida… Por supuesto de que este fin de semana te vas con Antonio y las niñas al chalet para respirar aire puro y huir del mundanal ruido. De paso es posible que programaras una barbacoa con los otros matrimonios o, en su defecto, que elaborarais un maquiavélico plan para convencer a vuestros respectivos de que irse de viaje al extranjero, en época de poco turismo, es una idea genial para conocer otras cultural y ampliar horizontes.

ELLA.- Mira casi, con la salvedad de que estuvimos hablando de la enfermedad del hijo de la chica que trabaja en casa de Marisa y de la posibilidad de que le trate un colega de Antonio sin que le cueste un duro. Ya ves, es lo que tiene la felicidad de las comidas de autor con las amigas superficiales, que pueden ayudar a salvar vidas. ¿De lo del viaje? A medias hermano. Sí que hablamos de un viaje pero era para que Marisa y su marido puedan adoptar en el extranjero…

EL.- ¿Qué pasa? ¿Qué aquí no pueden adoptar?

ELLA.- Es mucho más complicado…

EL.- No, no es mucho más complicado. Lo que ocurre que aquí los niños que pueden ser adoptados son más mayores, algunos hasta conflictivos y, de momento, no son tiernos babys chinitos de los que puedas fardar de magna solidaridad. No encaja en vuestro estilo de vida. Queda bien una niña tibetana pero muy mal uno de Entrevías que ya ha hecho la calle.

ELLA.- ¡Tu que sabrás de adopciones! Si no has sido capaz ni de adoptarte a ti mismo

EL.- Es lo bueno que tienes, que eres cum laude en el tema… Da lo mismo cariño, sea la conversación que sea o el viaje que hagas, eres la misma persona. Lo único que ha cambiado es que, a día de hoy, no tienes tus viernes.

ELLA.- Tampoco los tienes tú y no pienso que no hayas cambiado. Antes eras un imbécil y ahora eres lo siguiente. Has cambiado. Antes tenías una razón semanal para darle sentido a tu vida y ahora se te ha escapado el calendario por la bragueta… antes vendías sondas para distintos agujeros del cuerpo y ahora…, ¿Qué vendes?

EL.- Parejas

ELLA.- ¿Perdona?

EL.- Parejas, trabajo en una web para buscar parejas. Veo los rasgos de cada una y voy cerrando citas. Parejas, amor…

ELLA.- (Soltando una carcajada) ¡Madre! ¡Madre! No quisiera saber los desaguisados que habrás montado… Parejas, vendes parejas. NO eres capaz de tener una y ¿haces que otras se unan? Pero bueno lo tuyo es de comedia barata… y ¿a quien has unido? ¿A un nazi con una lesbiana? ¿A un banquero con una de Save The Children? (sigue riéndose) me puedo imaginar el futuro de esas parejas sí han pasado por tu mano. Espero que tengas acciones en lo de divorcio Express porque es ahí donde está tu negocio… Parejas…, lo que hay que oir… ¿Y no te has buscado una para ti?

EL.- (indignado) Pues no…

ELLA.- Porque no hay

(Ella llora de risa y silencio. Se oye una voz por megafonía)

domingo, 3 de agosto de 2008

Los viernes son un día raro

ACTO III (continuación y 3)

ELLA.- Ya salió el místico y su magia. Magia, magia, magia…, ¿qué es la magia? Un truco, un simple truco para difuminarnos la realidad, lo verdaderamente importante.

EL.- ¿Y que es lo verdaderamente importante? ¿Una liposucción? ¿Las tierras de tu familia? ¿Una adecuada posición social acorde con los dos quilómetros de apellidos de tu marido?

ELLA.- Lo verdaderamente importante es lo que te hace feliz

EL.- ¿Y a ti? ¿Qué te hace feliz?

ELLA.- (Tomándose su tiempo) Pues las cosas sencillas

EL.- Déjame pensar… ¿Quizás ser consciente que no tienes arrugas ni en la falda? O, mejor aún, que has sido capaz de erradicar tus fantasías sexuales con Carmen la de Mairena…

ELLA.- Eres un cínico y un imbécil…, piensas que solo me hace feliz lo superficial porque piensas que soy superficial. Yo pienso que solo te preocupa lo que me preocupe porque no tienes nada en que preocuparte… y nada te hace feliz.

EL.- A mí me hacen feliz muchas cosas…

ELLA.- Claro, los viernes de suicidio, atiborrarte a pastillas y pensar que tus actos nos solucionan la vida…, o mejor, dejando tú trabajo para perseguir un sueño absurdo… a ti te hace feliz llevar al límite a los demás, ver hasta donde pueden llegar y pensar que eres el hacedor de sus felicidades. ¡Y no eres feliz porque nada de lo que haces conlleva la felicidad!

(Silencio)

EL.- Veo que no has cambiado

ELLA.- Eso es lo que te gustaría, que fuera la misma persona

EL.- Eres la misma persona

ELLA.- ¡Ja!

EL.- Te lo voy a demostrar… ¿Qué hiciste ayer?

ELLA.- ¡Que tendrá que ver lo que hice ayer!

EL.- ¿Quieres que te lo diga yo?

ELLA.- Lo tuyo es increíble. Pero veamos hasta donde crees conocerme, hasta donde llega tu ignorancia.